Rafael Gandía @grangandhi 

Llevaba tiempo queriendo dedicarle unas palabras a nuestro protagonista de hoy. Un hombre que, junto a su cuerpo técnico, ha llevado a un grupo de jóvenes jugadoras de waterpolo a proclamarse Campeonas del Mundo hace escasos días. Él es Miguel Ángel Oca Gaia, más conocido por “Miki” Oca. Hay que recordar que, entre otros muchos logros, fue parte de aquella generación de waterpolistas que, junto a los Manel Estiarte, Chava Gómez, Jesús Rollán o Dani Ballart, alcanzaban el titulo Olímpico en Atlanta 1.996.

Miki decidió abandonar relativamente pronto la práctica activa de su deporte, cerca de la treintena de años, cuando suele ser el momento en que un deportista alcanza el cénit en su carrera. En ese momento es cuando llega la pregunta, esa que se hacen muchísimos deportistas, el día después de su retirada, ¿y ahora qué?. Como muchos otros, intentó buscarse la vida. Se dedicó a desfilar en pasarelas y, aunque muchos no lo recordarán, llegó a participar en un conocido reality show televisivo que se desarrollaba en una selva rodeado de concursantes populares. Pero, desgraciadamente, también tuvo que conocer uno de los lados más oscuros de la vida. Supo ser fuerte y fue capaz de ganar ese partido. Ésto propició un cambio en su persona. Pasó a ser una persona más pausada y reflexiva, incluso cambió su alimentación, lo cual le hace lucir un envidiable aspecto físico. Incluso fui testigo de cómo el “Hermano Mayor”, Pedro García, bromeaba a este respecto diciendo, “¿Miki?. Ahora solo come lechuguita, apio y cosas de esas”. Pienso ahora, pasado el tiempo, que todas estas circunstancias, tanto las buenas como las malas, le sirvieron para aprender a ser feliz consigo mismo. Por fin, pese a que nunca lo había alejado del todo de su vida, decidió volver al waterpolo, y creo que, estaréis de acuerdo, nunca podremos agradecérselo lo suficiente.

En muchas ocasiones encuentro similitudes entre él y Pep Guardiola. Encarnan un nuevo perfil de  técnico deportivo. Es curioso, porque ambos tienen prácticamente la misma edad (les separa apenas un año de diferencia). Con buen aspecto físico, los dos son considerados como hombres muy atractivos, llegando a hacer sus pinitos en las pasarelas de moda. Dan siempre los méritos de los triunfos a sus jugadores y ayudantes, asumiendo totalmente en su debe las causas de las derrotas. Intentan permanecer siempre en un segundo plano y ambos consiguen que sus pupilos/as les sigan casi sin pestañear, como dogma de fe.

Tengo el placer de conocerlo desde hace unos años, poco después de asumir el cargo de seleccionador nacional femenino y reconozco que entre ambos existe un feeling especial desde aquel día. Creo que congeniamos enseguida y así perdura hasta el día de hoy. Recuerdo como si fuera ayer una de nuestras primeras conversaciones, aunque igual Miki ya no lo haga. Se venía de un Mundial en Shanghai donde las cosas no habían salido demasiado bien. A mi, osado donde los haya, no se me ocurrió otra cosa que decirle, “Miki, que sepas que estas chicas van a marcar una época en el waterpolo, igual que hicisteis vosotros”. Me preparé para que me pusiera una cara de esas que se ponen a los que crees que no están muy bien de lo suyo, pero, sorprendentemente, no fue así. Su rostro fue de puro interés y su única preocupación que le argumentara el porqué de lo que le estaba diciendo. El si estaba o no para encerrarme lo dejó para otro momento. Sinceramente, yo también quería saber lo que él pensaba. Mostró mucha confianza en el colectivo, pero realmente no sé si esperaba que los acontecimientos se aceleraran tan rápido y los plazos fueran tan cortos. Lo que posteriormente ha ido sucediendo, todos lo sabemos. El equipo se adjudicaba el torneo Preolímpico disputado en la localidad italiana de Trieste, obteniendo, por primera vez en su historia, la clasificación para poder disputar unos Juegos Olímpicos. Ya en Londres se lograba un maravillosa medalla de plata, hasta llegar a este pasado 2 de Agosto, donde la selección española de waterpolo femenino se proclamaba Campeona del Mundo.

Pero, ¿dónde radica este éxito?. Por supuesto, en las jugadoras por las que Miki siente plena admiración. Le preguntaba hace unos días nuestro compañero del diario El País, Lu Martín, si se sentía identificado con Jennifer Pareja cuando la veía jugar, “Me siento identificado con Jenni, y con todas y cada una de ellas”. Esa era su respuesta. Declaración clara de intenciones del técnico madrileño. Y es que Miki tomó un equipo al que ha ido amoldando a su imagen y semejanza, hasta llegar a lo que son en la actualidad.

En verano de 2.008 se obtenía el mayor hito de este deporte hasta ese momento, en el que España se convertía en subcampeona de Europa en Málaga. De aquel equipo permanecen Laura Ester, por aquel entonces la portera suplente, Jenni Pareja, Laura López, Pili Peña, Ona Messeguer y Maica García. A la guardameta le dio la titularidad en la portería, que tenía el difícil papel de sustituir a la mítica Patricia Del Soto, y eso eran palabras mayores. A día de hoy, a nadie le cabe duda de que ha superado la prueba y con creces. Otro tema fue la concesión de galones en el equipo. Hasta entonces, esta responsabilidad recaía sobre Blanca Gil, considerada por muchos como la mejor jugadora del Mundo. Pero Miki vió en Jenni la persona ideal para asumir esa responsabilidad. La de Olot, siempre valiente y receptora de nuevos desafíos, aceptó ese rol y a bien que se ha convertido en otro acierto. El triunvirato que forman Pili, Laura y Ona adquirió un enorme peso específico en el colectivo y han sido fundamentales en los éxitos de estos dos últimos años. La primera en Londres, la segunda ahora en Barcelona y la tercera en ambos, con una labor más oscura para el gran público, pero que tanto agradecen los entrenadores. Por último, la que yo llamo la guinda del pastel, Maica García. La boya, posiblemente la mejor del planeta, es la ejecutora de todo el buen trabajo que realiza el resto del equipo. Siempre que tengo la suerte de verla me viene a la cabeza  el día que su nombre salió en una conversación con el míster. A Miki le salió una sonrisa picarona cuando mencioné su nombre “¿Maica? es trabajadora, luchadora, ganadora, buena compañera….no tiene límites”. A este elenco de supervivientes del primer gran logro del waterpolo femenino español a nivel internacional lo ha rodeado de jóvenes muy disciplinadas, con hambre de gloria, a las que poder llegar con mayor facilidad y así poder sacar lo mejor de ellas. Así, junto al resto de su cuerpo técnico, encabezado por Claudio Camarena, ha conseguido formar una pequeña gran familia que se quiere y se respeta.

Quizás lo más difícil para un entrenador sea hacer llegar a sus pupilos aquello que uno quiere transmitir. Hace tiempo le escuché a mi buen amigo Ángel Cárceles hablar de las diferencias entre un jefe y un líder y, muy posiblemente, ésta sea una de las claves en este caso. Miki es un auténtico líder para las chicas. Ese cambio personal que antes comentaba se transmite en lo didácticos que son sus tiempos muertos y en la pausa y calma con la que realiza sus correcciones tácticas. Es directo y conciso, sin una palabra más alta que la otra, sin verborrea fácil que regalar a los oídos de nadie. Todo lo contrario a lo que tuvo que soportar a principios de la década de los noventa como jugador del equipo nacional. Y para muestra un botón. Tercer período de la semifinal mundialista de hace unos días frente a Hungría, cuando quedaban menos de tres minutos para la conclusión del mismo. España, a remolque todo el encuentro, iba por detrás en el marcador (9-12). Un escenario límite, complicado de encarrilar. Tiempo muerto solicitado por nuestro protagonista. El final ya lo conocemos todos: Campeonas del Mundo.

De todo lo sucedido en Barcelona me quedo con una imagen suya del día de la final, cuando se lograba la medalla de oro frente a Australia. Después de numerosas entrevistas en radios, televisiones, rueda de prensa y fotos, quiso buscar un sitio de paz. “Rafa”, oí que me decían en voz baja. Era Miki.“¿Por aquí puedo salir?”, añadía señalándome una puerta de acceso a la zona mixta “Si, claro”, le contesté con sorpresa. Y salió directo hacia el podio, se sentó al pie del mismo, dejando  reposar su espalda sobre el mismo. Suspiró fuerte y se quedó allí, tendido con los brazos en forma de cruz. Podría haber aprovechado, podría haberle preguntado mil cosas, podría haber sido mi momento, pero no me atreví. Era su momento, no el mío, y se lo tenía más que merecido. Lejos de las glorias deportivas, de los posados de pret a porter y de las cámaras de televisión, prefiere huir de los discursos y las grandes celebraciones. Él degusta eso, su rato de intimidad consigo mismo. Su auténtico descanso. El descanso del guerrero.

Disfrútalo Miki, que, a buen seguro amigo, a nosotros nos queda mucho que disfrutar contigo.

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